lunes, 11 de agosto de 2008

El sueño


Era Geiz un tipo a ojos de todo el mundo extravagante, cómo sino podía explicarse que alguien que trabajaba por y para el estado viviera en la más absoluta indigencia. No sin motivo de causa, circulaba el rumor de que la avaricia se había hecho dueña del alma de dicho tipejo, afanando poseer la mayor fortuna monetaria que en la historia de la humanidad se halla visto, tal era la locura o su razón de ser.
De difícil trato e imposible contemplación, ahora sabremos por qué, nuestro héroe economizaba al máximo su salario, así es que en el improbable caso de vérsele en el mundo exterior, entiéndase con ello cualquier lugar más allá de su zulo, lo hacía preferiblemente de noche y si no había más remedio que hacerlo durante el día, se resguardaba en las escasas sombras que ofrecía el empedrado adyacente a su hogar, como vampiro que huye de la luz, diríase que era un murciélago, más ello lo hacía con el fin - no menos que racional - de evitar la luz diurna, puesto que ésta desgastaba sus harapos ya de por si miserables. En el caso improbable de ser visto, el presunto observador lo vería dando pequeños saltitos sobre los adoquines cual trapecista en la cuerda floja, hay quien pensará ante tal actitud que ya no sólo la avaricia se había instalado en su ser sino también la locura, pero nunca más allá de la realidad puesto que tal actitud es perfectamente comprensible y loable, pues con esos saltitos no hacía otra cosa que evitar al máximo el desgaste de las suelas con el empedrado, con lo que obtenía una buena economización de sus zapatos, los cuales parecían tener por huéspedes indefinidos a los pies del dudoso héroe. Y qué decir de su casa, ni el lujo ni el acomodo tenían cabida en ella, ¿pues cómo iban a tenerlo si a duras penas cabía por entero Geiz en ella? Ni erguirse podía, con lo que se pasaba todo el día tumbado en el suelo, envuelto en mantas que servíanle a su vez de ropa, todo ello con el invariable fin de economizar su fortuna.
Tan avaro era nuestro amigo, que con el paso de los años, y aunque parezca imposible, logró retener todo el flujo monetario del estado, arruinándolo de paso y erigiéndose por ende el máximo mandatario del mismo…
Algo golpeó de repente el rostro de Geiz, que despertó de su feliz sueño para darse cuenta que le estaban tirando la basura en su misma cara nunca mejor dicho, pues con la borrachera de anoche habíase quedado dormido bajo un puente, la respuesta que nuestro héroe dio a semejante ultraje no fue otra que hacerse a un lado, mullir la basura y volver a cerrar los ojos para retomar el sueño donde lo había dejado.

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